Una noche del verano de 1839, cincuenta y tres esclavos negros que viajaban a bordo del navío “La Amistad” se amotinaron y tomaron el control del barco frente a las costas de Cuba. Fracasado su intento de regresar a África, fueron detenidos por tropas americanas y se encontraron en un país extraño y a merced de un sistema judicial que les era ajeno.