Muy al norte, cerca de la frontera canadiense, Jericho Adams estableció su granja. Junto a Dora, su mujer, y su hijo de pocos meses, vive feliz, casi olvidados sus tiempos de luchador. Hasta que un grupo de indios Pies Negros les atacan, incendian la cabaña y se llevan a los tres como prisioneros.