Un viaje por los recuerdos se inicia en la detenida estación central del ferrocarril, con una mirada orgullosa hacia lo que éste alguna vez fue. Avanza por el viejo tendido de vías, donde lugares desolados revelan un secreto; el ferrocarril aún sigue vivo, en sus objetos, en sus espacios y sobre todo en la gente. Pequeñas anécdotas relatadas por ex-ferroviarios, vendedoras, niños, vecinos y pasajeros, proponen en un relato coral, un humanizado personaje del tren, que toma agua, grita y se va poniendo viejo.