Es un pandemónium perfecto cuando Bibi y Tina conocen a un niño fugitivo con un problema de actitud, que resulta ser una niña, llamada Adea. El tío de Adea es tan estrecho de miras y obstinado que incluso con todos sus hechizos mágicos, Bibi no puede lograr que los dos se reconcilien. Mientras tanto, el Castillo de Falkenstein está siendo renovado, lo que está llevando al Conde a su ingenio. Especialmente porque Alex planea realizar un festival de música en Falkenstein y está decidido a seguir adelante a pesar de las objeciones de su padre. Y si todo eso no fuera suficiente, Tina es secuestrada. A pesar del completo caos, una cosa está clara: al final, el cambio real proviene de que todos trabajen y trabajen juntos, no por arte de magia.