Finales de los años 60. El Hospital Psiquiátrico de Extremadura, que alberga a enfermos, borrachos y vagabundos sin distinción, sucumbe a los métodos y la desidia de su director. Sin embargo, el ingreso de Mateo (Hugo Silva), un idealista trotamundos más cercano a la genialidad que a la locura, supone un cambio completo en la rutina del centro.