Carlota ha hecho una buena inversión en bolsa gracias a un chivatazo, y está obsesionada con la idea de conseguir dinero para seguir invirtiendo. La única que puede ayudarle es Sole, pero ésta no quiere participar en lo que considera un sucio negocio capitalista. Por ello, Carlota tendrá que engañar a Sole si quiere que su dinero crezca... Por otro lado, Vero, que se declaró a Sergio y éste se hizo el tonto, tiene un sentimiento de vergüenza que no le cabe en el pecho. Tanto ella como Sergio tratan de evitarse para no tener que darse explicaciones, asunto harto difícil teniendo en cuenta que viven bajo el mismo techo. La situación es tan incómoda y absurda que Vero, desesperada y humillada por la actitud tan natural y relajada de su amigo, decide abandonar la casa de Carlota. El frutero intenta abrirle los ojos a Sergio y éste, que empieza a darse cuenta de que Vero le gusta más de lo que pensaba, trata de evitar por todos los medios que se vaya, incluso le propone su marcha. Pero vuelve a meter la pata.