Al descubrirse que Flores ha encubierto a su padre en un delito de robo es destituido fulminantemente como jefe del Grupo Especial y trasladado a una comisaría de barrio donde ejercerá sus funciones como un policía más. Hundido, amargado, desposeído de toda gloria y arrastrando su penosa y nueva situación, encontrará en sus hijas el consuelo y la paz.