En un mundo devastado, sobreviven dos amigos. Quizás los últimos supervivientes. No son héroes. No son valientes. No son atractivos. Tampoco demasiado inteligentes. Como esperanza para la humanidad no es muy alentador. Se pasan la mayor parte del tiempo en el balcón, disparando a los zombis. Y el resto del tiempo... hablan. En eso ha quedado el Apocalipsis: dos tipos mediocres diciendo tonterías.