Machín y Wendy invitan a los fantasmas al Centro de Lima, pero Queca se escandaliza, pensando que le podrían robar, violar o matar, por lo que se queda encerrada en la casa de Don Carlos (papá de Machín). Muy en el fondo, ella se derrite por querer bailar al ritmo del cajón y comer picarones y anticuchos.