El puente de la Bahía de Sídney, el puente arqueado de acero más alto y ancho del mundo, se completó en 1932, más de un siglo después de su propuesta inicial. Se tardó en construir ocho años y costó seis millones de libras. Este puente reunió una ciudad dividida no solo por el agua sino también por diferencias culturales y durante su construcción fue testigo de muchos triunfos y tragedias. Detrás del puente que vemos hoy, hay una historia del sueño y la devoción de un hombre a su ciudad. John Bradfield era un hombre tan decidido a construir el puente que dedicó más de 20 años de su vida a su construcción, viajando por el mundo para emplear a los mejores constructores de puentes que el planeta había visto.