Por más de medio siglo, Durvinha y Moreno ocultaron su verdadera identidad. Incluso sus hijos crecieron pensando que sus padres se llamaban Jovina Maria da Conceição y José Antonio Souto, nombres falsos sobre los cuales habían reconstruido sus vidas. Ellos formaron parte del grupo de cangaceiros de Lampião, el más famoso y controvertido líder del cangaceirismo. La verdad solo fue revelada cuando Moreno, a los 95 años, decidió compartir con sus hijos el peso de los recuerdos y reencontrarse con parientes vivos, entre ellos su primer hijo.