En 1492, Alonso Fernández de Lugo recibe el encargo de los Reyes Católicos para conquistar La Palma. Tras una rápida victoria sobre la mayor parte de la isla, enfrentará una feroz resistencia en el reino de Aceró, liderado por Tanausu. La traición de un nativo lleva a la captura y muerte de Tanausu, consolidando la conquista de La Palma. Fernández de Lugo luego se enfoca en Tenerife, donde enfrenta una dura resistencia bajo el liderazgo de Bencomo. Después de una primera derrota en el Barranco de Acentejo, Lugo regresa y asegura la victoria en 1496, sometiendo finalmente la isla. Los castellanos establecen Santa Cruz de Tenerife, marcando el fin de la conquista de las Islas Canarias.
